domingo, 27 de junio de 2021

En la actualidad la revolución tecnológica avanza exponencialmente. Esto conlleva a presenciar cambios sin precedentes que exceden todas las transformaciones económicas, políticas y sociales previas en escala, alcance y complejidad, como señala el Profesor Klaus Schwab, Presidente del Foro Económico Mundial y autor del libro "La cuarta revolución industrial", impactando con especial énfasis a las formas de organización existentes. Y esta velocidad tan vertiginosa con la que se presentan estos cambios tiene un protagonista que en su uso ha impulsado estos avances: El Internet.

Muestra de ello, es que datos existentes ilustran como en relación a la irrupción de otras tecnologías, al internet le tomó solamente 4 años para llegar a 50 millones de personas en comparación a la radio que le tomó 38 años y a la televisión que tardó 13 años (Thill, 2013). Este hecho connota por qué la masificación de la tecnología de internet ha revolucionado la informática y las comunicaciones como ninguna otra cosa y sigue generando cambios radicales en la manera de cómo nos comunicamos, trabajamos y participamos en sociedad.

Y dichas transformaciones no tienen límite. Algunas estimaciones señalan que para el año 2024, gracias a innovaciones como el 5G y el internet satelital, pasaremos a tener 8.000 millones de personas conectadas, cada una de ellas con velocidades de conexión de megabit a gigabit, lo que representa un enorme potencial para el desarrollo de nuestra sociedad.

En este orden de ideas, organismos como la Organización de la Naciones Unidas (ONU) ha expresado la relevancia de las tecnologías de la información y comunicación para nuestra sociedad y la importancia de garantizar que todas las personas tengan acceso a las mismas. Esto en función que la innovación y el desarrollo tecnológico representan el sustento último del crecimiento y desarrollo económico en el largo plazo, de acuerdo a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

Es por ello que el 29 de junio de 2012 el Consejo de Derechos Humanos ONU aprobó por consenso la resolución A/HRC/20/L.13 para la “Promoción, protección y el disfrute de los derechos humanos en Internet”. El documento establece que el acceso a Internet será considerado, de ahora en adelante, un derecho básico de todos los seres humanos y reconoce la naturaleza mundial y abierta de Internet como fuerza impulsora de la aceleración de los progresos hacia el desarrollo. Exhortando también a los Estados a que promuevan y faciliten el acceso a internet.

¿Todos estamos conectados?

El problema con la disrupción tecnológica no es el cambio que produce en sí, sino la respuesta o el tiempo que llevan para adaptarse a esos cambios y el internet no escapa de esta realidad. Avanzando hacia los actuales tiempos de pandemia hemos visto como ha quedado evidenciado que Internet es fuerza positiva, permitiendo que millones de personas puedan continuar realizando sus trabajos, estudiar, hacer compras, mantengan la comunicación, todo sin salir de casa generando así nuevas modalidades de intercambio.

Sin embargo, esta pandemia también ha aumentado las brechas de conectividad en la medida que cerca del 50 % de la población mundial no ha podido trabajar o estudiar desde casa porque no tiene acceso a Internet. Una brecha que no solo se ubica en zonas remotas o rurales, también podemos identificar desafíos u obstáculos en zonas urbanas. La disparidad es tal que mientras en unas partes del mundo se habla sobre el acceso a 5G, en otras regiones las personas no tienen conexión o tienen una tan lenta que no pueden descargar un archivo sencillo, impactando esto en gran manera incluso en sus bolsillos.

Frente a este escenario tan desafiante a nivel mundial nunca antes había sido tan importante reducir la brecha de digital existente. Es por ello, que resulta indispensable que dentro del grupo de conectados se incluya a las poblaciones marginadas, en particular las mujeres y las niñas, los ancianos, las personas con discapacidad, las poblaciones indígenas, los económicamente desfavorecidos, entre otros. El cumplimiento de estas premisas tendrá un impacto mensurable de manera positiva en nuestras comunidades, contribuyendo incluso con el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), específicamente el Objetivo 9 sobre la Industria, Innovación e Infraestructuras.

Siendo este el panorama, en Internet Society nos mueve hacer que Internet esté disponible para todos, pues somos mejores cuando nos conectamos. Con la finalidad de cerrar las brechas de conectividad hemos identificado a las redes comunitarias como una de las acciones más importantes que puede incidir en esta disminución de brechas y así construir un internet más grande, más fuerte y más confiable.

Es bien popular en internet la expresión, “solos llegamos más rápido, juntos más lejos”. Siguiendo esta premisa, como resultado de la sinergia de personas comprometidas en unirse para construir y mantener la infraestructura que garantice la conexión a internet es que nacen las redes comunitarias. El enfoque de trabajo de estas redes comunitarias es bastante innovador, pues a diferencia de una organización jerarquizada, las redes comunitarias comienzan desde abajo.

Con esta premisa, dentro de estas redes comunitarias pueden construirse lazos con los diferentes sectores de una sociedad haciendo uso del esquema de múltiples partes interesadas, a fin de garantizar que exista un internet para todos. De igual forma, desde las redes comunitarias se pueden ofrecer capacitaciones, brindar asistencia y promover la implementación de políticas en la materia.

Recomendaciones de políticas de Internet Society

En cuanto a la implementación de políticas, Internet Society ha hecho una serie de recomendaciones que pueden garantizar que nadie se quede desconectado y respaldar la recuperación económica mundial. Entonces, ¿Cómo hacer que aquellos que necesitan acceso lo obtengan? La organización sugiere entre sus recomendaciones:
  • Involucrar a los gobiernos locales u organizaciones representativas durante las primeras etapas de planificación de cualquier proyecto o política en su área. Este compromiso debe realizarse comunidad por comunidad para garantizar que se tengan en cuenta sus prioridades, desafíos y oportunidades únicos.
  • Facilitar el acceso asequible al espectro para soluciones de conectividad complementarias, como las redes comunitarias. Priorizar las áreas rurales, remotas y otras áreas desatendidas para las asignaciones de espectro.
  • Hacer que los criterios para los mecanismos de financiación nuevos y existentes, como las subvenciones y los préstamos gubernamentales, fondos de servicio universal y subvenciones de fundaciones privadas, estén disponibles para soluciones de acceso complementarias, como las redes comunitarias.
  • Asegurarse de que Internet permanezca abierta, conectada globalmente, segura y confiable. Los debates complejos en materia de regulación no deben tomarse a la ligera en el contexto de la pandemia. Toda política o reglamentación de emergencia que se adopte debe reconocer la naturaleza descentralizada y distribuida de Internet.
  • No utilizar bloqueos de Internet ni acciones de bloqueo de contenido para abordar problemas sociales o cívicos. Estos a menudo exacerban el problema en lugar de resolverlo, ya que las acciones sirven para ocultar brevemente el problema de la vista pero a la larga se convierten en la vulneración de derechos fundamentales como el de la libre expresión.
  • En la mayor medida posible, recopilar, proporcionar acceso abierto y aprovechar los datos relacionados con la ubicación de la infraestructura crítica de acceso a Internet, como torres de telefonía celular, fibra terrestre, cables submarinos y centros de datos.
  • Optimizar los marcos de otorgamiento de licencias asequibles para beneficio de la comunidad y los proveedores de servicios de Internet (ISP) locales/regionales.
  • Considerar la aplicación de cavar una vez (Dig Once, una política que obligaría a implementar la fibra como parte de proyectos de construcción como la construcción de carreteras) y compartir infraestructura (donde dos o más proveedores de telecomunicaciones comparten infraestructura física en un esfuerzo por reducir costos) para facilitar el despliegue eficiente de fibra de media milla.
  • Promover la adopción del protocolo IPv6 con operadores de redes, los proveedores de contenido, los desarrolladores de software, hardware y las empresas para garantizar un mayor crecimiento, un internet más seguro y eficiente.
  • Promover leyes de privacidad de datos que sean fuertes e independientes de la tecnología, principios de privacidad por diseño y principios éticos en la recolección y tratamiento de los datos.

La implementación de estas recomendaciones sin dudas tendrá un impacto positivo directo en las condiciones de vida de las personas, teniendo en cuenta que la desconexión atente contra los derechos humanos y por ende, en su calidad de vida.

Redes Comunitarias en Venezuela

Particularmente ese tipo de iniciativas puede marcar una importante diferencia en la realidad venezolana, considerando que el país se ha estancado en cuanto a la penetración a internet, estando alrededor del 60% según Conatel, el ente regulador del área, lo que representa el quinto año consecutivo en que Venezuela termina con una brecha frente al promedio de penetración en la región. Tomando en cuenta también que Venezuela perdió 7,25 millones de suscriptores de telefonía móvil, teniendo una penetración celular de 41,6%.

A esto se suma que para este año, al menos cinco de cada 10 venezolanos afirmaron tener fallas en el servicio de internet todos los días, según estudios hechos por el Observatorio Venezolano de Servicios Públicos (OVSP). De igual forma, para mayo del presente año según el Speedtest Global Index, Venezuela en la clasificación de velocidades de banda ancha fija y móvil ocupa el puesto 140 de 180 y 136 de 137 países, con velocidades de navegación de 18.53 Mbps y 7,8 Mbps respectivamente.

¿Pueden aplicarse en Maracaibo?

Esta realidad no es dista de las zonas rurales y urbanas del país. El escenario de constantes fallas, interrupciones prolongadas o inexistencia de servicios se presenta también en ciudades como Maracaibo (en donde resido) que según el OVSP el 78,1% de usuarios no tiene acceso a la red. Por ende, desarrollar las iniciativas de redes comunitarias supondría una estrategia interesante para disminuir esa cifra.

Y existen muchos factores que pueden responder afirmativamente y apoyar la implementación de las redes comunitarias en la ciudad. Mucho se ha comentado del resurgir del internet de alta velocidad venezolano en la ciudad, a causa de la implementación tecnología GPON con un esquema de FTTH. Esto implica que en Maracaibo se puede disfrutar de un internet de mayor velocidad que en el resto del país, para quien pueda pagar servicio. Pagar $25 dólares en otros países no parecerá mucho para una conexión de alta velocidad, pero en un país con un salario mínimo inferior a un dólar mensual, resulta imposible para muchos acceder al mismo.

Sin dudas es posible plantear la articulación de esfuerzos con epicentro en las redes comunitarias con empresas proveedoras de internet y actores del sector para garantizar que algunas comunidades que luego de un proceso de organización adecuado puedan tener acceso a internet y hacer un uso óptimo del mismo. Para ello pueden desarrollarse capacitaciones que busquen establecer un uso justo del internet, más allá del ocio. Puedan conectarse para trabajar, para que los hijos puedan estudiar, entre otros.

Este marco de acciones resultará en una manera bastante efectiva para garantizar que el internet sea para todos y en donde todos puedan participar sin menoscabo alguno. La pandemia demostró que el internet no es un privilegio sino una necesidad. Las esperanzas están puestas para que seamos más los que contribuyamos con este gran objetivo: Internet por la gente, para la gente.

Post a Comment: